miércoles, 16 de mayo de 2012

MI CUERPO ES UN SECUESTRADOR

Dolor, cansancio, rigidez, agarrotamiento, eso es en lo que se ha convertido mi cuerpo.

Una vida activa, con ganas, creciente, eufórica, una vida en definitiva con todo lo que significa en cuanto a maquinaria y engranajes, en cuanto a movilidad desapercibida pues es algo intrínseco que llegó en el mismo momento de la gestación y que me ha acompañado durante toda la vida sin prestarle atención.

Pero mi cuerpo se ha revelado, ya no complace mis deseos, ya no es una máquina prodigiosa e infatigable, ya no es mi compañero, se ha convertido en un extraño, quejica y uraño, en un parásito de mi propia existencia que me limita y entorpece, contra el que tengo que luchar constantemente.

Cansancio, dolor y mas dolor, rigidez, agarrotamiento, mareo, lentitud, todo ello una inagotable  fuente de estímulos para obligarme a retirarme y abandonarme al destino. Aún así no es más que un pequeño juego si pienso en los estragos que se están produciendo en mi mente. Mi joya más preciada, el motor de mi existencia, mi refugio y el nexo entre mi yo y el exterior, ese lugar maravilloso también sufre la inexorable atrofia en la que me encuentro. Lenta, muy lentamente va quedándose a esperar al cuerpo, va mermando su brillo y esplendor y se va convirtiendo en una mera extremidad más que se acopla al lento, muy lento ritmo de mi ser.

Realmente mi cuerpo se ha convertido en mi secuestrador y la única ayuda que puedo obtener se está aliando con él.